Eran cuatro, tomaron unas cervezas para empezar y siguieron con un ginebra. La charla comenzó liviana, sobre el ultimo amorío de Andres. Algo de música para rellenar los silencios. Más fuerte la música, para tapar los aullidos etílicos. Él tuvo un momento de aislamiento, cuando esta toda la algarabía en su pico más alto. Esteban le ofrece un cigarro y le dice:
- ¿Esta todo bien... con ella?
Simplemente prendió el cigarro, tomo una bocanada de humo y con toda tranquilidad responde:
- La amo.
Ella nunca lo escuchará de su boca, esas sinceras palabras. Pero duerme tranquila.
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