Carmen Sánchez Ibáñez — España, 1936
Así, calladamente
sin grandes estridencias
dejaré de quererte
casi sin darte cuenta.
Dejaré de sentirme
muñeca, entre tus brazos,
dejaré de temblar
por tus caricias nuevas.
Y así... pausadamente
como llega la noche
aún estando a tu lado
comenzaré a estar muerta.
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