martes, noviembre 20

La libreta negra

Llevaba casi cuatro años escribiendo en ese maltrecho libraco. Las páginas del medio se habían despegado y la gran fisura de la portada, a pesar de los inagotables esfuerzos por encubrirla, era imposible de negar. Era momento de deshacerse de él. Trajo una caja, lo guardo con un poco de ropa y con una pila de papeles llenos de dibujos de ocio. La cómoda está libre otra vez.

Cuando estaba a punto de cerrar la caja noto una polvorienta libreta, que no había visto desde hacía años. Era negra con una tapa de cuero, pasó tantas noches sosteniéndola en sus piernas, sentada al pie de su cama. Cuántas historias de princesas, corceles y galletas, habría amado escribir ahí. Mas sólo tenía la primera página
con algunos garabatos.

El tiempo nunca estaba de su lado, puso la libreta encima de la cómoda. Sin poder llenar sus paginas, una vez más. Salió a comprar. Camino en medio de las tiendas, mirando sin ver nada. Había esperado meses para poder guardar el libraco y comprar uno nuevo, limpio y libre de abolladuras. Pero mientras deambulaba, solo podía pensar en esa libreta negra que nunca uso en su juventud.






No hay comentarios:

Publicar un comentario