Estaba derrotada y con ganas de reiniciar, un poco, su pelo. Pensó que nunca volvería a sufrir una insatisfacción tan desgarradora. Miraba a su alrededor y la casa parecía una estúpida biblioteca con libros sin titulo, ni autor.
La gente era la misma historia de siempre, relatos banales que te hacen saltar por el balcón. Nunca encajar, con ese humor que solo causa risas a las mentes grises.
Se paro le subió el volumen a la radio y siguió bailando.