lunes, abril 14

Y si lo veo con humor?

Odio sin medida, amor ahogante, calor sumiso y amistades lejanas. Huyeron.
El manto del miedo les cubría de una forma u otra. Pero sin terceros era más fácil reconocer las raíces de las rencillas. 
Fueron años de caramelos, arcoíris, arpegios volátiles y lujuria. El tiempo pasa, el amor existe, es complejo y arbitrario, pero más que nada es temeroso.
Así todo se va envenenando de a poco, el virus  letal del miedo te alcanza, sin importar el tiempo y las distancias.

Era simple, ella se miraba al espejo y no se gustaba, sentía entre asco y pena.
Él estaba hundido en su egoísmo y sombras. 
Las cosas se movían por inercia, era el momento de aceptar la derrota. 
Pero no sería así de sencillo, neciamente decidió entregarle la responsabilidad de cerrar la puerta a él. Pasaron los días como el caudal de un rió, después de una tormenta. 
Hasta que se dio por vencida, ese día llego la carta:

Querida (nn):
                      Ya no puedo más. Te amo, pero no puedo. Debía por lo menos decirlo. Vive una vida feliz.

Amor (nn2)



Era el fin de una era y que la curación empiece. 

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