viernes, enero 4

Dormir me hace pensar de más

Despertó junto a un pila de ropa y un peluche sin oreja, en la esquina, que la miraba con desdén. Siempre que la noche la envolvía con vicios y traición, al día siguiente no podía soportar el reflejo que le ofrecía el espejo. Aunque esta mañana era bastante placentera, habían truenos. No había  nada que amara más que ese retumbar en su pecho cuando rompían los truenos. Salió al patio, se quedo sola, mojada y desgastada, pero satisfecha como una colegiala enamorada.



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