Extrañarte no es tan difícil, creo que ya me he casi acostumbrado, a este vacío. Aunque no puedo evitar de sufrir las noches, esa soledad. El silencio te condena a escuchar tus pensamientos. Que tortura más intrincada, que escuchar a mi inconciente gritando por tu aroma. Vueltas en esa cama, tan vacía, que parece no tener fin por falta tuya. Pero los días son casi normales, sin contar pequeños percances, como una canción o alguna escena. Sin contar eso, casi puedo vivir.
En verdad no sé que habrá sido más tortuoso imaginarte, sin saberte pensándome. O estar conciente de que me extrañas y no poder correr a tus brazos.
Lo único certero en esta pobre alma que me llena, es que la nostalgia de ti se apodero de mi ser. Simplemente quiero tu aroma y esa voz que me tranquiliza, con sus sonetos de cotidianidad.
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